Recuerdo los días de tristeza agónica, que llegan a lo mas profundo de mi alma, generalmente tras noches y mañanas de maravillosa pero injusta euforia,
lo cierto es que no se si una compensa a la otra, pero según van pasando los días me sumerjo en una nube de gotitas ordenadas de las cuales yo conozco
su posición y trayectoria siempre y en todo momento, me resulta pesado, aburrido, monótono, simple y desinteresante ser el director del trafico
de tan
ordenadas almas, siento que daría lo que fuera por abrir los ojos y ver como todo se desvanece, siento que daría una gota de mi sangre por cada
ordenadas almas, siento que daría lo que fuera por abrir los ojos y ver como todo se desvanece, siento que daría una gota de mi sangre por cada
gota de mi universo a la que lograse dotar de raciocinio, por cada gota que se tornase inteligente y dejase de actuar de manera robótica, determinada por
el patrón de movimientos que va marcando la masa, así que vuelvo a recurrir a la única forma en la que puedo aportar un poco de misticismo a esta vida
predecible, a la que por mas que intento darle intriga, siempre lo intento, y siempre lo consigo, pero solo por unos minutos, unas oras , unos días,
a final siempre vuelve a vencer el orden determinista que se aloja en mi cabeza y me rodea por todas partes, y es en este momento cuando mas triste me
siento, cuando veo que todo lo que había conseguido es efímero, que solo era una ilusión, que sigo anclado de por vida en esta maldita mierda y que como
yo el resto también lo esta...
MOLA MUCHO.
ResponderEliminarAlma.
La suerte, de la gran mayoría "del resto", es que no se dan cuenta.
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