Me gustan las palabras, me encanta jugar con ellas, me gustan los dobles sentidos, las parábolas y las metáforas que construyen, no me gustan los rodeos, pero si los adornos, amo el caos pacifista y detesto el orden bélico, tolero a los intolerantes hasta que van mas allá del pensamiento, no me gusta hacer planes porque temo que estos se vean truncados, mi búsqueda es la del placer inmediato porque me parece el mayor riesgo no arriesgar, no comprendo a aquellos que no tienen curiosidad, no entiendo como se puede perder la curiosidad sin perder la vida, no congenio bien con quien no se pregunta nada trascendente por el hecho de no ser práctico, me gusta la intriga, me gustan las causas perdidas, prefiero una verdad dolorosa que una mentira piadosa, no me gusta que me den consejos, trato de evitar problemas con el prójimo pero siempre digo lo que pienso, si me atacan me defiendo, y aun así, siempre y en todo lugar... la única guerra que libro es contra mi mismo.

3 de septiembre de 2015

La plusvalía de los directivos

Existe una plusvalía que los directivos usurpan (aun sin saberlo ni decidirlo voluntariamente) a los trabajadores de menor nivel, debido a que la clase burguesa conscientemente así lo propicia, el empresario se apropia de la plusvalia de cada trabajador, excepto una pequeña parte que destina a los directivos en forma de salario, al pagar esta pequeña parte de la plusvalía de cada trabajador "raso" a los directivos consigue que a nivel estatal esta masa de directivos proteja ideologicamente los intereses de la burguesía (aunque técnicamente sean proletarios pues carecen de medios de producción) y a nivel empresarial se encarguen de controlar las huelgas y las protestas sindicales.

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