Me gustan las palabras, me encanta jugar con ellas, me gustan los dobles sentidos, las parábolas y las metáforas que construyen, no me gustan los rodeos, pero si los adornos, amo el caos pacifista y detesto el orden bélico, tolero a los intolerantes hasta que van mas allá del pensamiento, no me gusta hacer planes porque temo que estos se vean truncados, mi búsqueda es la del placer inmediato porque me parece el mayor riesgo no arriesgar, no comprendo a aquellos que no tienen curiosidad, no entiendo como se puede perder la curiosidad sin perder la vida, no congenio bien con quien no se pregunta nada trascendente por el hecho de no ser práctico, me gusta la intriga, me gustan las causas perdidas, prefiero una verdad dolorosa que una mentira piadosa, no me gusta que me den consejos, trato de evitar problemas con el prójimo pero siempre digo lo que pienso, si me atacan me defiendo, y aun así, siempre y en todo lugar... la única guerra que libro es contra mi mismo.

1 de abril de 2011

El Gorila II

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Continuaba mis hábitos de Ramadán voluntario, sostenía vigoroso la teoría de que una sola comida tendría que ser suficiente, despreciaba las mañanas, y las aprovechaba para dormir mis borracheras entre lapsus de despertar depresivo que me hacían caer una y otra vez en algún
 sueño lucido. Al fin y al cabo esta no era mas que la ultima parte del colocón que tanto amaba. A la una de la tarde sonaba el despertador y la resaca se transformaba en depresión, despertarba y sentía que todo era vano, que no quedaba una sola motivación por la que levantarse de la cama, me esperaban 5 horas delante de un ordenador desprovisto de la empatía que yo necesitaba en esos momentos, así que estiraba mi brazo y aun en ayunas cogía un poco de yerba del cajón y me hacia un verde que me llegaba al alma, anestesiaba mi resaca y por fin podía levantarme. 


Llegaba al trabajo y tras quemar mis tardes resolviendo errores de computación que nadie conoce, nadie entiende y nadie es capaz de valorar, salia por fin de aquella triste oficina, devuelto al exterior, suelto en la gran urbe, me sentía como una flema del sistema laboral, escupida por aquel edificio que aún tenia detrás.


Me dirigía a la boca de metro mas cercana y por el camino hacía un par de llamadas bien seleccionadas, necesitaba compinches o simplemente pinches, para la excursión psicotropica que por calles y avenidas se estaba gestando. Veía el pedo como un diseño, y a esas alturas del día ya comenzaba a sentirme Da Vinci. Mientras tanto pensaba que ELLA seguía perdida, escondida, alejada, equivocada con otro tipo, me preguntaba donde estaría. ¿ Saldría hoy la mágica zorra que para mi buscaba o estaría con catarro en la cama? Empezaba ya a estar cansado de aguantar a pijas niñatas fachas que se presentaban como princesas interesantes y alternativas, tenían la desgraciada manía de darse a conocer actuando para esconder su penosa forma de ser, que tras algunos días, semanas o meses siempre terminaba saliendo a flote, como la mierda.


¿Donde estaba cosiendo la rota mientras se rompía este descosido?

3 comentarios:

  1. Enhorabuena, Amo en ciernes...
    Me gusta bucear en tus búsquedas.

    Salud.

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  2. Juas! muy bueno!

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  3. Yo casi he terminado mis "30" días de CUARESMA (empecé tarde, lo sé)...jaja; donde el consumo se multiplica por 4 y la paranoias por 10.
    4x10=40 Y, aún, con 10 días de desventaja, a día de hoy lo llevo a rajatabla.
    ;)

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