Me gustan las palabras, me encanta jugar con ellas, me gustan los dobles sentidos, las parábolas y las metáforas que construyen, no me gustan los rodeos, pero si los adornos, amo el caos pacifista y detesto el orden bélico, tolero a los intolerantes hasta que van mas allá del pensamiento, no me gusta hacer planes porque temo que estos se vean truncados, mi búsqueda es la del placer inmediato porque me parece el mayor riesgo no arriesgar, no comprendo a aquellos que no tienen curiosidad, no entiendo como se puede perder la curiosidad sin perder la vida, no congenio bien con quien no se pregunta nada trascendente por el hecho de no ser práctico, me gusta la intriga, me gustan las causas perdidas, prefiero una verdad dolorosa que una mentira piadosa, no me gusta que me den consejos, trato de evitar problemas con el prójimo pero siempre digo lo que pienso, si me atacan me defiendo, y aun así, siempre y en todo lugar... la única guerra que libro es contra mi mismo.

8 de abril de 2014

La propiedad privada es la expropiación de la propiedad

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    Si asumimos que en el origen de los tiempos, cuando el humano dejo de ser animal y comenzó a hacerse humano, el planeta y la totalidad de sus territorios eran de todos, y por tanto ausente de propiedades privadas, cada vez que se vende (o se vendió) una propiedad, el vendedor está (o estaba) vendiendo su parte, la del comprador, y las partes del resto de personas del planeta a dicho comprador. Este comprador está (o estaba) comprando su propia parte y la del vendedor legítimamente, pero comprando la parte de todos los demás seres humanos de manera ilegitima pues estos jamas intervienen (o intervinieron) en tal transacción y ademas no salen (o salieron) beneficiados al haberse producido esta venta. Ese inmenso porcentaje de venta ilegitima constituye una expropiación sin indemnización que vendedor y comprador pactan (o pactaron) convirtiéndose ambos aun sin ser conscientes de ello en expropiadores, siendo los sujetos expropiados el resto de humanos y los objetos expropiados la propiedad en si misma por una parte (comprador), y la cuantía monetaria por la cual se vende la propiedad por la otra (vendedor).

Asumido esto toda propiedad privada se constituyó en un primer momento de manera ilegítima y en consecuencia toda compraventa constituye un robo. Esta ilegitimidad, por si sola, debería ser suficiente para abolir la propiedad privada a nivel planetario y cancelar el balance monetario de toda la humanidad.

El rico es rico porque supo sacar partido de unas normas sociales injustas y erróneas, de las que por suerte o por merito se aprovechó. No podemos perpetuar esta desigualdad económica por los siglos de los siglos justificándola en base a errores pasados.


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