Recuerdo el día que descubrí que los reyes magos eran en realidad los padres, llegue al colegio y se lo comunique a mis compañeros, yo estaba jodido porque me habían engañado, por eso en parte quería que como yo los demás también lo estuviesen, y me acuerdo de una niña que me dijo: "tu no puedes quitarnos la ilusión" y yo le
respondí:" tal vez no debería poder, pero si puedo, de hecho lo estoy haciendo" y ella lloraba y lloraba, pero yo no, yo no lloraba. No me gusto que me hubiesen engañado, no el hecho de que no existiesen los reyes magos, pero el resto de niños se sentían mal porque habían descubierto que no existían, no por el hecho de descubrir que les habían estado engañando. Desde aquel día supe que me producía una terrible satisfacción el hecho de hacer ver a las personas incluso en contra de su voluntad la realidad que yo percibía y que permanecía oculta a los ojos de los demás.
La mayoría de la gente no quiere ver la realidad, y defiende su idea del mundo de yuppi, se sienten mas seguros así, no quieren tirar abajo todo su esquema mental de un día para otro, pero yo se que en su interior aunque solo sea algunos minutos al día alcanzan a ver que se equivocan, aunque al minuto siguiente tapen ese pensamiento con otro mas benévolo ,dado que no son los suficientemente fuertes para vivir mirando a los ojos a la verdad.
Me encanta destruir falsas ilusiones y falsas esperanzas.
No soporto a la gente que se autoengaña con el fin de ser feliz.
Aprende a ser feliz viendo la mierda que te rodea y sino suicídate, pero no prediques lo maravilloso que es todo cuando no es así. Porque este papel que interpretas daña al que ve la vida tal y como es: dura. Por lo tanto mi actitud y mi descripción cruda de las cosas adquiere una utilidad mas allá de mi propia satisfacción: contrarrestar el optimismo enfermizo y contagioso del que adolece esta sociedad. No contamines el mundo de optimismo falsario.
Quiero ser aquel que percibe un sonido molesto que a ti se te pasa por alto y no lo escuchas, pero cuando yo te diga: "¿oyes ese pitido?" Luego ya no podrás dejar de oírlo. Al menos durante un tiempo lo escucharas.
Me gusta descubrir aspectos del ser humano que permanecen ocultos, que la gente no ve, me produce una tremenda satisfacción el hecho de obligar a otras personas a ver aquello que no quieren o no son capaces de ver por si solos.
Algún día me gustaría escribir un libro tan real, tan crudo y tan preciso que la gente débil al leerlo sienta ganas de suicidarse, quiero llevar a los ilusos de paseo por las cloacas del mundo, quiero provocar desasosiego en ellos, quiero expulsarlos de su ficticio remanso de falsa tranquilidad, quiero obligarles a ver la verdad y a mirarla de frente, porque creo que el que no este preparado para vivir con la verdad por delante no es digno de vivir esta vida.
Las mentiras cómodas tienen apóstoles desplegados por todo el mundo, y así las verdades incomodas son los pecados del siglo XXI. La búsqueda de la felicidad por encima de todo es el opio del pueblo.
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