Es conveniente, incluso necesario, que en una sociedad donde el capitalista ignorante puede presumir de poder adquisitivo sea por contra fuertemente humillado intelectualmente por quien posee una capacidad cognitiva mayor, a fin de hacerle pagar un "impuesto revolucionario cultural" y en aras de compensar, al menos mediaticamente, sus injustos privilegios socioeconómicos.
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